Rocío Muñoz ganó el Premio Dramaturgia en 2023 con Campera, una obra de teatro profundamente personal sobre el duelo de un hermano y de la cual el Jurado destacó «un lenguaje particular, inteligente y preciso, doloroso pero lleno de humor». La autora responde cinco preguntas sobre su vínculo a la escritura.
¿Cuándo empezaste a escribir?
Empecé a escribir como excusa para actuar escenas, guiones, monólogos. En un año bastante intenso para mí la escritura empezó a ser más cotidiana y a tener un fin en sí mismo, en una especie de catarsis me empecé a mandar mails a mí misma hablando del duelo, de cosas cotidianas o de imágenes que se me venían a la cabeza. De a poco me empezó a pasar que solo actuar tenía gusto a poco: me encanta y es mi primer amor pero es un amor un poco tóxico. Escribir para mí es una relación más madura, que lleva más tiempo, un espacio donde me habilito el juego de hablar de lo que quiero, como quiero y me dejo ser un todo más que solo un personaje.
¿Tenés algún tipo de rutina de escritura, o un lugar y un momento predilectos para escribir?
No soy para nada metódica, de hecho soy bastante vaga. Por eso los espacios de talleres y la carrera de Escritura Creativa en la UNA son herramientas claves para que me siente a escribir. Necesito tener deadlines y lugares a los que llevar lo que escribo porque si no todo queda en el mundo de las ideas. Esos espacios me ayudan a autoimponerme una rutina y disciplina. Por lo general se me prende la lamparita a la noche, el escritorio se me llena de puchos y empiezo a escribir, pero para que eso pase necesito todo ese sistema detrás empujándome a sentarme y hacerlo.
¿Qué autor te da ganas de escribir cuando lees/ves sus obras?
Soy bastante cipaya para leer, supongo que es porque me crié con una tele con cable en mi cuarto desde muy chica. Sylvia Plath, Lorrie Moore y Vivian Gornick me gustan mucho. Sobre todo las últimas dos por su manera de narrar universos femeninos con mucho humor. Aunque me encanta leer mujeres y creo que de alguna manera algo de estas autoras hay en Campera, el cuento «Nadar de Noche» de Juan Forn fue bastante clave e inspirador para escribir la obra.
¿De dónde surgió el proyecto de escribir Campera?
Campera es una historia que tenía ganas de escribir hace mucho pero no sabía cómo. Desde la muerte de mi hermano sabía que quería contar algo de eso, después me di cuenta que quería hablar de la muerte en sí, pero no me di cuenta de eso hasta que tuve la primera versión. Arrastraba imágenes desde esa cadena de mails que me mandaba a mí misma, algunos eran para él, escribía escenas sueltas y pensaba en la muerte como una espalda que se iba pero no terminaba de poder organizarlo. Hasta que en el taller de escritura de Mariana Chaud y en encuentros con amigos donde llevábamos nuestro material, fui encontrandole un marco y tomó forma de obra.
¿Cómo es el proceso de revisión de tus textos?
Para revisar mis textos por un lado están los talleres y por el otro me hago una trampa que es: sin terminar una primera versión vuelvo siempre a lo que estaba escribiendo, lo cambio y sigo, entonces el final pareciera no llegar nunca. Pero llegar, llega. Al menos el de Campera.








